martes, 29 de septiembre de 2009

Tercera y última, Parte I.


Todo vuelve y la circularidad avala. Nosotros también volvimos. Como el primer día, de la mano de Amigo al MNBA. Hoy no es día para escrituras largas y prosaicas -Aquiles y el cansancio avalan-, pero de este tercer encuentro hay mucho que rescatar y algo de aquello tiene que ver con la obra de Aizenberg Padre y niño contemplando la sombra de un día. Ahí estaba, Amigo y los alumnos contemplando esta obra, pero no a la sobra del discurso que todos conocemos, sino a la luz del discurso por todos conocido que Amigo desarticuló para dar vida a una nueva idea que germinó en quienes lo escuchamos. La explicación es algo extensa en formato "bien argumentada", pero lo interesante aquí es entender la importancia de no encasillar obras en donde los libros las han puesto. Vale notar cómo la obra de R.Aizenberg, ubicada recurrentemente dentro del surrealismo, o en una línea que oscila entre el surrealismo y la metafísica, -aún cuando el contenido y la factura denotan más la física que lo "meta"-, cabe mucho más cómodamente en un relato conectado con la tradición y la herencia de una identidad construida a través de dicha tradición. Basta con leer sobre el artista y ver un par de sus obras para que esta teoría cierre, como un círculo, perfectamente.

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